domingo, 15 de enero de 2017
Como dejar de fumar porros
Si notas que la hierba se esta apoderando de tu vida y ha empezado sustituir a todos tus amigos y pasatiempos, entonces es el momento de dejar de fumar porros y poner tu vida en orden de nuevo. La marihuana puede ser psicologicamente adictiva, lo que significa que tienes que estar mentalmente preparado y dispuesto a renunciar a tu habito. Asi que si estas buscando ayuda para recuperar tu vida de antes, sigue leyendo.
A continuación te presentamos 7 sencillos pasos que te ayudaran a dejar de fumar porros.
Tira toda la hierba y la parafernalia a la basura
Si te deshaces de las cosas que te facilitarían empezar a fumar de nuevo, tendrás menos probabilidad de ceder ante tus antojos. Aqui es lo que tendrás que hacer:
Deshazte de los mecheros, fósforos y cajitas para suministros. Vacía todos tus bolsillos para asegurarte que no te has dejado nada.
Tira cualquier resto de hierba por el inodoro para evitar el peligro de querer sacarlo de la basura más tarde.
Destruye todos tus suministros. O, si no los puedes destruir, tiralos en un contenedor de basura asqueroso, para no tener la tentación de recuperarlos más tarde. (Quizas es una buena idea ponerlos dentro de una bolsa de basura discreta antes de tirarlos).
Deshazte de cualquier cosa con la cual te entran las ganas de fumar hierba, sea tu videojuego preferido o un poster en tu cuarto. Esto puede parecer extremos, pero la eliminación de los factores desencadenantes puede ayudarte a vencer tu hábito.
Si tienes una persona a la que compras marihuana, borra su numero en tu movil.
Desazte de todo lo relacionado con la marihuana
Comunica tu decision de una manera clara a tu sistema de apoyo
Diles a tus amigos de confianza y a tus familiares lo que estas haciendo y pide su apoyo para ayudarte a dejar de fumar porros. Probablemente veras que estaran encantados con tu decision y te apoyaran en todo lo que puedan.
Esto es importante sobre todo si quieres seguir cerca de las personas que son fumadores activos. Diles que no estas intentando que ellos dejen de fumar, pero si que les agradecerias que no te presionasen para que empiezes de nuevo. Si no consigues ningun apoyo o si tratan de convencerte que fumes con ellos, deberías pararte a pensar, si esas personas realmente pertenecen en tu vida si no quieren respetar tus decisiones y peticiones.
Incluso puedes llegar a evitar durante un cierto periodo de tiempo los amigos con quienes fumabas. Si toda tu vida social con tus amigos consistió en drogaros juntos, entonces tendrás que buscar una red social nueva. Esto puede parecer duro, pero es asi.
Fumar marihuana en la adolescencia daña la inteligencia de por vida
Un estudio refuerza la idea de que los cerebros en formación son más vulnerables a distintos tipos de droga como el cannabis o el alcohol
Las investigaciones sobre el cannabis, la droga ilegal más consumida del mundo, han descubierto sus propiedades terapéuticas, pero también su lado tóxico. Ahora, un nuevo trabajo realizado por un grupo internacional de científicos liderado por Madeline Meier, de la Universidad de Duke, ha llegado a la conclusión de que el uso persistente de marihuana durante la adolescencia daña de forma duradera la inteligencia, la memoria y la capacidad de atención.
En concreto, el estudio, que se acaba de publicar en la revista PNAS, descubrió que las personas que comenzaron a fumar cannabis antes de los 18 años llegaron a perder, en el caso de los consumidores más empedernidos, hasta ocho puntos de cociente intelectual cuando se compararon los resultados de sus tests de inteligencia a los 13 y a los 38 años de edad. Además, los autores del artículo señalan que abandonar el consumo no sirvió para revertir la pérdida por completo. No obstante, consideran que se necesitan más estudios para determinar si esta pérdida de capacidades relacionadas con el cannabis son o no reversibles.
Los fumadores de marihuana en la adolescencia llegaron a perder hasta ocho puntos de cociente intelectual
Aunque la pérdida de ocho puntos de cociente intelectual puede no parecer muy grande en una escala en la que 100 es la media, Meier recuerda que “un mayor cociente intelectual está relacionado con una mayor educación e ingresos y con una vida mejor y más sana”. “Alguien que pierde ocho puntos de cociente intelectual como adolescente se verá en desventaja frente a la gente de su edad en el futuro”, añade.
“El estudio viene a confirmar algunas cuestiones que ya se sospechaban y apoya la idea de que el cerebro en maduración, tanto física como emocional, es mucho más susceptible al cannabis que el de una persona adulta”, explica Manuel Guzmán, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular en la Universidad Complutense de Madrid y presidente de la Sociedad Española de Investigación sobre Cannabinoides. “Por eso, desde el punto de vista de la salud pública, aun con las limitaciones que tienen estos estudios, la conclusión más evidente es trabajar para que el inicio en el uso de este tipo de sustancias se alargue los más posible”, afirma. Guzmán puntualiza también que esta vulnerabilidad no se circunscribe al cannabis sino que se puede aplicar a otras drogas como el alcohol.
Los investigadores señalan que los daños se producen porque el cannabis produce cambios en el cerebro en una etapa en la que precisamente está experimentando numerosas transformaciones. La pubertad es un periodo de desarrollo crítico, que se caracteriza por la maduración de las neuronas y los sistemas de neurotransmisión, y por procesos de reorganización que hacen especialmente vulnerable el cerebro adolescente.
Veintisiete años de estudio
Para alcanzar sus conclusiones, los investigadores estudiaron a un grupo de 1.037 individuos de la localidad neozelandesa de Dunedin a lo largo de toda su vida. Les sometieron a pruebas neuropsicológicas en 1985 y 1986 antes de que hubiesen empezado a fumar marihuana y los tests se repitieron entre 2010 y 2012 cuando algunos de ellos ya la consumían de forma persistente. Este grupo estaba formado por alrededor de un 5% de los individuos, entre los que fueron considerados como dependientes de la marihuana (que mantienen el uso pese a problemas familiares, sociales o de salud significativos) o la fumaban más de una vez a la semana antes de cumplir 18 años.
«Se ha de retrasar al máximo el inicio en el uso de este tipo de sustancias»MANUEL GUZMAN
Presidente de la Sociedad Española de Investigación sobre Cannabinoides
En estos tests, cuando los participantes en el estudio tenían 38 años, se evaluó su memoria, su velocidad para procesar información y su capacidad de razonar. Las personas que fumaron marihuana de forma persistente durante su adolescencia tuvieron resultados significativamente peores en la mayoría de los exámenes. Además, los investigadores entrevistaron a amigos y parientes para conocer su percepción sobre los fumadores. Una mayoría aseguraba que los consumidores de cannabis tenían problemas de memoria y atención.
Este tipo de estudios presentan la limitación de que, entre otras cosas, solo encuentran una asociación entre el uso de cannabis y la disminución del cociente intelectual. Los propios autores reconocen en el artículo que publican en PNAS que, pese a la solidez de sus hallazgos, podría existir una “tercera” variable desconocida que explicase los resultados del estudio
Un estudio refuerza la idea de que los cerebros en formación son más vulnerables a distintos tipos de droga como el cannabis o el alcohol
Las investigaciones sobre el cannabis, la droga ilegal más consumida del mundo, han descubierto sus propiedades terapéuticas, pero también su lado tóxico. Ahora, un nuevo trabajo realizado por un grupo internacional de científicos liderado por Madeline Meier, de la Universidad de Duke, ha llegado a la conclusión de que el uso persistente de marihuana durante la adolescencia daña de forma duradera la inteligencia, la memoria y la capacidad de atención.
En concreto, el estudio, que se acaba de publicar en la revista PNAS, descubrió que las personas que comenzaron a fumar cannabis antes de los 18 años llegaron a perder, en el caso de los consumidores más empedernidos, hasta ocho puntos de cociente intelectual cuando se compararon los resultados de sus tests de inteligencia a los 13 y a los 38 años de edad. Además, los autores del artículo señalan que abandonar el consumo no sirvió para revertir la pérdida por completo. No obstante, consideran que se necesitan más estudios para determinar si esta pérdida de capacidades relacionadas con el cannabis son o no reversibles.
Los fumadores de marihuana en la adolescencia llegaron a perder hasta ocho puntos de cociente intelectual
Aunque la pérdida de ocho puntos de cociente intelectual puede no parecer muy grande en una escala en la que 100 es la media, Meier recuerda que “un mayor cociente intelectual está relacionado con una mayor educación e ingresos y con una vida mejor y más sana”. “Alguien que pierde ocho puntos de cociente intelectual como adolescente se verá en desventaja frente a la gente de su edad en el futuro”, añade.
“El estudio viene a confirmar algunas cuestiones que ya se sospechaban y apoya la idea de que el cerebro en maduración, tanto física como emocional, es mucho más susceptible al cannabis que el de una persona adulta”, explica Manuel Guzmán, catedrático de Bioquímica y Biología Molecular en la Universidad Complutense de Madrid y presidente de la Sociedad Española de Investigación sobre Cannabinoides. “Por eso, desde el punto de vista de la salud pública, aun con las limitaciones que tienen estos estudios, la conclusión más evidente es trabajar para que el inicio en el uso de este tipo de sustancias se alargue los más posible”, afirma. Guzmán puntualiza también que esta vulnerabilidad no se circunscribe al cannabis sino que se puede aplicar a otras drogas como el alcohol.
Los investigadores señalan que los daños se producen porque el cannabis produce cambios en el cerebro en una etapa en la que precisamente está experimentando numerosas transformaciones. La pubertad es un periodo de desarrollo crítico, que se caracteriza por la maduración de las neuronas y los sistemas de neurotransmisión, y por procesos de reorganización que hacen especialmente vulnerable el cerebro adolescente.
Veintisiete años de estudio
Para alcanzar sus conclusiones, los investigadores estudiaron a un grupo de 1.037 individuos de la localidad neozelandesa de Dunedin a lo largo de toda su vida. Les sometieron a pruebas neuropsicológicas en 1985 y 1986 antes de que hubiesen empezado a fumar marihuana y los tests se repitieron entre 2010 y 2012 cuando algunos de ellos ya la consumían de forma persistente. Este grupo estaba formado por alrededor de un 5% de los individuos, entre los que fueron considerados como dependientes de la marihuana (que mantienen el uso pese a problemas familiares, sociales o de salud significativos) o la fumaban más de una vez a la semana antes de cumplir 18 años.
«Se ha de retrasar al máximo el inicio en el uso de este tipo de sustancias»MANUEL GUZMAN
Presidente de la Sociedad Española de Investigación sobre Cannabinoides
En estos tests, cuando los participantes en el estudio tenían 38 años, se evaluó su memoria, su velocidad para procesar información y su capacidad de razonar. Las personas que fumaron marihuana de forma persistente durante su adolescencia tuvieron resultados significativamente peores en la mayoría de los exámenes. Además, los investigadores entrevistaron a amigos y parientes para conocer su percepción sobre los fumadores. Una mayoría aseguraba que los consumidores de cannabis tenían problemas de memoria y atención.
Este tipo de estudios presentan la limitación de que, entre otras cosas, solo encuentran una asociación entre el uso de cannabis y la disminución del cociente intelectual. Los propios autores reconocen en el artículo que publican en PNAS que, pese a la solidez de sus hallazgos, podría existir una “tercera” variable desconocida que explicase los resultados del estudio
Cada día me prometo que no voy a fumar y me repito que no soy adicta. Después prendo un porro y continúo con mi vida.
Llevo casi seis años repitiendo el mismo mantra cada mañana. Pospongo mi alarma varias veces hasta que por fin abro los ojos y me digo a mí misma: "No voy a fumar marihuana esta mañana". El mantra suele venir acompañado de una promesa a mí misma de que voy a dedicar el día completo a escribir en vez de fumar y flotar por el mundo entorpecida por la mota.
Repito el mantra continuamente mientas trato de pararme de la cama y arrastrarme al tocador donde están mis tesoros más valiosos: un medallón de bruja color negro y dorado que le perteneció a mi abuela, y un elefantito decorado con joyas que me compró mi mejor amiga en uno de sus viajes. El elefante tiene un compartimiento secreto donde se esconde un trozo de jade rojo. Según Ashley, mi amiga, el jade rojo ayuda a combatir los miedos y dudas.
Junto al medallón, al elefante y al jade, se encuentra mi pipa de vidrio color azul marino. La tomo y la lleno de mota mientras pronuncio las últimas palabras del mantra. Me siento en la orilla de la cama y fumo "poquito".
Como dije antes, llevo seis años tratando de no fumar en la mañana y diez años fumando diario. Empecé a los 16 años y en dos semanas voy a cumplir 27.
Si tengo la oportunidad, fumo tres veces al día: una en la mañana, una en la tarde y muchas en la noche, dependiendo de cuánta mota me quede. Fumo para sobrevivir las partes más aburridas del día: tareas pesadas como preparar el desayuno, bañarme, hacer mandados y caminar al trabajo.
A veces siento que ya ni siquiera me hace efecto, que ya solo sirve para cambiar de humor. Cuando fumo, soy capaz de hacer todo lo necesario, como leer, escribir, conducir, hacer tareas rutinarias y mantener una conversación. Sin embargo, no soy tan productiva como quisiera. El problema es que en general prefiero evitar esas actividades.
A pesar de mis mantras, muchos días termino trabadísima. Y claro, mi trabajo se ve afectado. ¿Será cierto que el consumo crónico afecta la motivación? Para mí, un día productivo significa enviar un par de correos, trabajar unas cuantas horas en mi trabajo de medio tiempo y escribir entre dos y tres horas. Este artículo es un muy buen ejemplo: lo aprobaron hace más de un año y lo acabo de entregar. Fumo en vez de escribir entre semana, me la paso viendo orgías en Pornhub y comiendo galletas saladas con queso. Antes de que me de cuenta ya es VIERNES y obvio tengo que tomarme un descanso de tanto trabajo.
Me digo a mí misma que está bien y que mi vida no es deprimente. Tengo una maestría, publico con regularidad, tengo un trabajo, una pareja, amigos y un bonito departamento cerca del metro. Me baño (a veces). No estoy tan mal, ¿o sí? No soy adicta.
Tomé un curso de psicología cuando estaba en el colegio y decidí que mi ensayo final se trataría sobre si la marihuana era o no adictiva. El objetivo era hacer una investigación científica profunda para refutar a los aguafiestas que aseguran que la marihuana entorpece mis sentidos. Y el resultado fue justo el que esperaba: la marihuana no es físicamente adictiva. Solo es psicológicamente adictiva. Eso significa que si tienes una adicción es porque tú solo te convenciste de que la necesitabas. Aunque sí hay cambios físicos en tu cerebro. El Centro para la Adicción y la Salud Mental, ubicado en Toronto, publicó que la marihuana afecta la motivación y que aquellos que dejan de consumirla pueden llegar a experimentar pérdida de apetito, ansiedad y otros efectos secundarios. Dijeron que es adictiva y punto.
Pero me niego a aceptarlo. Es una planta. Es inofensiva. Es una medicina. No puedo ser adicta.
Entonces, ¿cómo es que esta plantita inofensiva que los humanos han fumado por miles de años es capaz de controlar lo que hago?
Hoy en día admito que he sido psicológicamente adicta al porro por más de diez años. Fumo para comer, dormir, relajarme, divertirme, calmarme, olvidar una experiencia horrible, mejorar mi autoestima, hacer mandados, ver la tele o crear algo.
La mota aplaca cualquier dolor, me ayuda a olvidar los problemas, hace que la banda Sublime suene convincente y es la mejor cura para la resaca.
Pero hace unos años las desventajas empezaron a superar en número a las ventajas. ¿Han escuchado que la mota hace a la gente un poco más estúpida? Pues, debo confesar que mi memoria falla cada vez más. Cuando fumo tengo un sin fin de ideas increíbles para nuevos artículos (ya sé, ya sé, es lo mismo que dicen todos los stoners pero ES CIERTO). Sin embargo, se evaporan apenas se materializan. Mi vocabulario que alguna vez fue vasto se va reduciendo poco a poco, y con él, mi autoestima. Ya ni siquiera puedo deletrear. Ya no soy inteligente como recuerdo haberlo sido en algún punto en mi vida. Soy paranoica y muy nerviosa. No soy capaz de poner atención. No tengo coordinación. Me da pavor hablar con los encargados de las tiendas (¿Qué tal si se dan cuenta que fumé?)
La ansiedad que me provoca la marihuana está arruinando mi vida. ¿Cuándo voy a volver a llenar mis reservas? ¿Me va a dar tiempo? ¿Huelo a yerba? Seguro sí. Mierda, dentro de poco me voy de viaje para visitar a mi familia. ¿De dónde voy a sacar marihuana? ¿Y si me llevo la mía? ¿Y si tienen perros en el aeropuerto? Voy a decirle a mi hermano que me consiga un poco.
Fumo aún cuando no quiero. Se volvió un hábito, como lavarme los dientes. Fumo, se acelera mi ritmo cardiaco y me estreso por todo lo que debería estar haciendo en vez de fumar. Así como prometí que no iba a fumar en la mañana, ahora me prometo que ya no voy a comprar más. Uno y ya, no más. Hasta aquí. Ya no voy a llamar a mi dealer. Fumo en pequeñas cantidades para que no se me acabe. Después, cuando por fin se termina, rasco lo que queda en la pipa, lo mezclo con las sobras y fumo mientras le escribo a mi dealer. Después voy a comprar más. Ya van varias veces que utilizo mis últimos 3000 pesos para comprar mota en vez de comida. He tenido que vender ropa en tiendas de segunda mano y, apenas me doy la vuelta, lo gasto en marihuana.
También mis amigos se han visto afectados por mi adicción. A veces estoy tan mal que tengo que cancelar los planes que habíamos hecho porque no puedo salir de la casa. Las personas que solía ver una o dos veces a la semana ya dejaron de buscarme porque se hartaron de mi impuntualidad (y porque nunca me acuerdo de lo que me cuentan). Siempre he tratado de comer bien y mantenerme en forma pero ya empecé a engordar porque paso mucho tiempo acostada viendo Netflix mientras como papitas con queso. Ah, y comida para llevar.
Guácala, soy un cliché andante. Ya tengo 27 años, ya estoy vieja para estas cosas.
Llevo años mintiéndome a mí misma e inventando excusas. Fumo contra mi voluntad. Todo el día. Si no me molesta la cantidad que fumo, ¿entonces por qué tengo que repetirme a mí misma mis logros una y otra vez? ¿por qué invento excusas para no escribir? Es como si mi yo interno estuviera tratando de perdonar los pecados de mi yo externo.
La gota que derramó el vaso fue hace seis meses, cuando estaba de visita en casa de mi abuela. Fumé cuando mi abuela estaba dormida.
"Conozco el olor de la marihuana", dijo a la mañana siguiente, con una mirada que mostraba tristeza y decepción. "Mírate, ni siquiera puedes llevar un horario normal. Es hora de que ordenes tu vida". Como era de esperarse, primero creí que había sido muy grosera y que no debería meterse con mi medicina. De esa forma reacciono cada que alguien me dice que deje de fumar o que en general dejar un vicio ayuda a todos a mejorar su salud. Hago berrinche. Me enojo. Lo niego.
Pero hace tres semanas, decidí que estaba lista para dejarlo. Agoté mis reservas y no le escribí a mi dealer. Hay muchas razones para dejar este vicio. En mi caso, me harté de la paranoia, la ansiedad y la poca productividad. Me harté de la desidia. Tenía miedo de dejarla porque no sabía qué haría después. Pero llegó la hora.
¿Y cómo me siento hasta ahora? Bien, hasta eso. Mejor de lo que esperaba. Creí que iba a sentir ansiedad, náuseas o que iba a estar irritable por semanas. Por suerte, mi humor general no ha empeorado y mis nervios están en mejores condiciones en comparación a cuando estaba drogada todo el día. También disminuyó mi apetito pero eso es bueno porque quiero bajar de peso.
No quiero gritar a los cuatro vientos que estoy limpia y mucho menos sonar como una idiota hipócrita y santurrona, pero debo confesar que se han resuelto muchos de mis problemas desde que dejé de fumar. Ahora veo a mis amigos con más frecuencia. De hecho, conocí a unas cuantas personas en estas últimas dos semanas porque ya no me aterra hablarle a la gente. Hasta envié propuestas de artículos nuevos. Soy de esa clase de gente que le reza al universo para que los días tengan más horas. Ahora tengo tiempo de escribir, cocinar y leer.
Pero no me malinterpreten. No digo que la vida sin marihuana sea la mejor. Amo el porro. Y lo extraño. En vacaciones planeo fumarme un buen porro. La única diferencia es que ahora yo voy a tener el control. Voy a recordar qué se siente estar trabadísima. Estoy ansiosa porque llegue ese momento.
Cómo dejar de fumar porros
Uno de los problemas más extendidos entre la juventud es la adicción a las drogas; generalmente, se empieza por las llamadas drogas blandas, que no son tales pues suponen el mismo grado de adicción, y además son el caldo de cultivo perfecto para futuras caídas en otro tipo de estupefacientes como la cocaína o las pastillas. Es por eso que los padres y educadores deben estar muy atentos a los jóvenes para evitar que caigan en la drogadicción, y para aquellos que ya están inmersos en ella, hay una serie de consejos y razones para que dejen de consumir este tipo de sustancias.
Lo primero que el individuo ha de tener en cuenta es que el hachís o la marihuana son altamente adictivos, y que no son ningún juego, a pesar de las propiedades calmantes y relajantes que normalmente se les adjudica. Normalmente, estos beneficios asociados no son más que el efecto que estas drogas hacen al tomarlas tras un estado de ansiedad, nerviosismo y agresividad que provoca la falta de las mismas. A la larga, los porros van creando problemas tanto a nivel psicológico como físico, social, familiar y económico (el adicto buscará dinero para seguir comprando su dosis). Además, son motivo de fracaso académico por la falta de concentración y de rendimiento que causan.
Cuando una persona se plantea dejar esta droga, lo principal es que se sienta motivada y segura de hacerlo, tiene que tener claro que lo importante es su salud y su bienestar, y que esa es la principal razón para dejarlo. Se aconseja hacer ejercicio al aire libre, para descongestionar los pulmones y abrir la mente, así se descarga adrenalina y se oxigenan las células dañadas por el hachís. También hay que tratar de realizar actividades que sustituyan aquellas que inducen al consumo, es decir, ir al cine, de compras, a bailar, pasear, comer o cenar en algún restaurante, etc. Es importante asimismo intentar cambiar de amistades o ver menos a aquellas personas que fuman habitualmente estas sustancias; si la persona se rodea de gente sana, le será más fácil superar el hábito y no recaer en el consumo. Si se cuenta con el apoyo de amigos y familia, será más sencillo superar la adicción, por tanto, no hay que tener miedo ni pudor de contárselo a los más allegados, ya que su ayuda y comprensión es fundamental en estos casos. Y si se llega al límite de no poder salir por sí mismo, lo mejor es acudir a un especialista e incluso a una clínica de desintoxicación, donde los expertos podrán dilucidar el mejor tratamiento para cada adicto.
Para ayudar con el síndrome de abstinencia podemos recurrir a productos sustitutivos como en el caso del tabaco: regaliz, chicles, caramelos, fruta, infusiones, frutos secos Tampoco hay que pretender dejarlo de golpe, sino que es preferible reducir la dosis poco a poco, tanto en la frecuencia como en la cantidad de cannabis que se incluye en cada porro. Cuando se convierte en un verdadero problema a nivel social y relacional, puesto que el consumidor se esconde para fumar, es importante que su entorno se dé cuenta a tiempo y no le recrimine, sino que intente hacerle ver la realidad, que los porros no son sino una evasión y que no los necesitan para seguir adelante con el día a día. Hay que ayudarles sobre todo a mantener la mente activa, para lo cual son muy oportunos los juegos de mesa y de estrategia, la lectura y los deportes de estrategia y acción.
Lo primero que el individuo ha de tener en cuenta es que el hachís o la marihuana son altamente adictivos, y que no son ningún juego, a pesar de las propiedades calmantes y relajantes que normalmente se les adjudica. Normalmente, estos beneficios asociados no son más que el efecto que estas drogas hacen al tomarlas tras un estado de ansiedad, nerviosismo y agresividad que provoca la falta de las mismas. A la larga, los porros van creando problemas tanto a nivel psicológico como físico, social, familiar y económico (el adicto buscará dinero para seguir comprando su dosis). Además, son motivo de fracaso académico por la falta de concentración y de rendimiento que causan.
Cuando una persona se plantea dejar esta droga, lo principal es que se sienta motivada y segura de hacerlo, tiene que tener claro que lo importante es su salud y su bienestar, y que esa es la principal razón para dejarlo. Se aconseja hacer ejercicio al aire libre, para descongestionar los pulmones y abrir la mente, así se descarga adrenalina y se oxigenan las células dañadas por el hachís. También hay que tratar de realizar actividades que sustituyan aquellas que inducen al consumo, es decir, ir al cine, de compras, a bailar, pasear, comer o cenar en algún restaurante, etc. Es importante asimismo intentar cambiar de amistades o ver menos a aquellas personas que fuman habitualmente estas sustancias; si la persona se rodea de gente sana, le será más fácil superar el hábito y no recaer en el consumo. Si se cuenta con el apoyo de amigos y familia, será más sencillo superar la adicción, por tanto, no hay que tener miedo ni pudor de contárselo a los más allegados, ya que su ayuda y comprensión es fundamental en estos casos. Y si se llega al límite de no poder salir por sí mismo, lo mejor es acudir a un especialista e incluso a una clínica de desintoxicación, donde los expertos podrán dilucidar el mejor tratamiento para cada adicto.
Para ayudar con el síndrome de abstinencia podemos recurrir a productos sustitutivos como en el caso del tabaco: regaliz, chicles, caramelos, fruta, infusiones, frutos secos Tampoco hay que pretender dejarlo de golpe, sino que es preferible reducir la dosis poco a poco, tanto en la frecuencia como en la cantidad de cannabis que se incluye en cada porro. Cuando se convierte en un verdadero problema a nivel social y relacional, puesto que el consumidor se esconde para fumar, es importante que su entorno se dé cuenta a tiempo y no le recrimine, sino que intente hacerle ver la realidad, que los porros no son sino una evasión y que no los necesitan para seguir adelante con el día a día. Hay que ayudarles sobre todo a mantener la mente activa, para lo cual son muy oportunos los juegos de mesa y de estrategia, la lectura y los deportes de estrategia y acción.
Beneficios de dejar de fumar Marihuana
Ahorras dinero, bien el que gastabas en comprarla o bien el que gastabas en cultivarla. Con ese dinero puedes darte un capricho mas adelante, ropa, videoconsolas, comidas, etc…
Tu salud va a mejorar mucho, lo notaras a los pocos días de dejar de fumar (en menos de 10 días notaras una gran mejoría si consumías excesivamente).
Tendrás una mente clara, serás mucho más productivo en tu vida personal y en tu trabajo.
Desaparecerá la ansiedad por fumar, la ansiedad en general.
Aunque mucha gente dice que fuma Marihuana para dormir mejor, lo cierto es que la marihuana no ayuda a dormir mejor. Cuando dejes de fumar, notaras como tus sueños son mucho mas placenteros, descansaras mucho mejor, te gustara mucho mas dormir y soñaras más. Dormir se convertirá en un autentico placer.
Tu vida social y relaciones mejoraran muy considerablemente, aunque ahora no lo creas, lo veras en apenas unas semanas tras haber dejado de consumir Cannabis.
Tu corazón recupera casi de inmediato su ritmo normal, ya no estará acelerado ni alterado como cuando se consume Marihuana.
Evitaras en un gran porcentaje los riesgos de contraer Cáncer. Fumar marihuana produce cáncer, al igual que el tabaco o el consumo de cualquier otra materia vegetal mediante combustión (excepto vaporizarla, que elimina un gran porcentaje de las sustancias nocivas).
Si lo que quieres es reducir la tolerancia simplemente, deberás esperar 15 días, aunque lo recomendable es estar unos 40 días sin fumar y tu tolerancia volverá a ser de cero.
Cómo empiezo a dejar de fumar Marihuana?
Lo primero que debes hacer es pensártelo y mucho, medítalo un día tras otro, hasta que lo tengas muy pero que muy claro. No sirve de nada dejar de fumar Marihuana si no lo tenemos claro, porque estaremos fumando nuevamente a las pocas horas o días.
Sigue estos sencillos y prácticos consejos que te ayudaran a olvidar la Marihuana por un tiempo, o para siempre, a tu elección:
Haz una lista escrita con los “pros” y los “contras” del consumo de Marihuana en tu vida, que beneficios te da y que inconvenientes.
Escribe una carta donde expongas todo lo negativo que te aporta consumir Marihuana y por qué quieres dejar de consumirla. Es una carta privada, solo para ti, no es necesario que se la enseñes a nadie pero si es muy importante que la hagas.
Habla con tus amigos “fumetas” y diles que vas a darte un tiempo, que no te inviten a fumar ni te hablen de Marihuana. Como consejo personal, te recomiendo que no visites a tus amigos “fumetas” por lo menos durante el primer mes si decides comenzar a dejar la Marihuana.
Saca de tu casa todo lo que se relacione con la Marihuana (papel de fumar, pipas, vaporizadores, semillas, fotos, hachís, marihuana……). Dáselo a un amigo para que te guarde, tíralo o guárdalo en un trastero, como veas… pero no dejes nada relacionado con la Marihuana en tu casa.
No bebas alcohol durante por lo menos el primer mes. El alcohol es un depresivo, que hace que tu fuerza de voluntad se minimice y muy probablemente su consumo hará que te den ganas de fumar Marihuana.
No dejes otros vicios como el tabaco a la vez, o comiences una dieta, etc… Céntrate única y exclusivamente en no fumar Marihuana, es muy sencillo, pero no lo juntes con otras cosas.
Haz ejercicio, no hace falta que te machaques en el Gym ni que corras 500 kilómetros, simplemente sal y da paseos, coge a tu perro o al del vecino y llévatelo a pasear, que te de el aire fresco a diario.
Bebe agua y leche con frecuencia, eso ayuda a eliminar toxinas más rápidamente que si no lo hicieras, es bueno para ti.
Compra caramelos de menta muy fuertes, cuando tengas ganas de fumar …. comete uno o dos, si las ganas continúan, da un paseo y que te de el fresco.
No pienses en lo bueno que seria fumar, sino en lo bueno que es no fumar y lo bien que te sientes y te vas a sentir.
Obviamente no te juntes con gente que fuma delante de ti, ni acudas a sitios donde se fuma, etc… Intenta evitar la vida Cannabica, por lo menos durante el primer mes.
Mantén una aptitud positiva, no se acaba el mundo por no fumar, seguro que durante muchos años de tu vida no has fumado y fuiste feliz, ¿Por qué no lo ibas a ser ahora de nuevo?
Querido Amigo,
Has llegado al lugar correcto, en el momento indicado, ya que aquí aprenderás la única manera natural para poder combatir la adicción que tanto mal te ha estado haciendo.
Mi nombre es Andrés Kelly, y he sido consumidor de marihuana por casi 10 años. He pasado por momentos horribles y he llegado a hacer cosas de las cuales me arrepiento día tras día.
Mi comienzo con la droga fue similar al de muchos otros jóvenes. Todos mis amigos consumían y no quería quedarme fuera de ello. Así fue como probé la marihuana. Las primeras veces parecía divertido, ya que todos reíamos y hablábamos cosas sin sentido.
Fumaba casi todos los fines de semana, creía tener la situación controlada. Poco a poco, empecé a fumar más seguido, al igual que mis amigos. Ya no sólo nos juntábamos a fumar los fines de semana, sino que comenzamos a hacerlo casi todos los días.
Ya no teníamos el control de la droga, sino que ella nos controlaba a nosotros.
En un momento dejé de prestarle atención a todas las demás cuestiones de mi vida, sólo me importaba fumar. Tenía una novia hermosa, que me quería mucho, pero no pudo soportar mi nuevo estilo de vida, así que decidió abandonarme. Descuidé mis estudios. Ya no iba a clase, y cuando lo hacía, estaba tan drogado que no podía prestarle atención a una sola palabra de lo que me decían. Estaba perdido.
Había empezado a trabajar con un amigo de mi padre, ayudándolo en su fábrica con tareas administrativas, para así poder juntar dinero para pagar mis estudios. Terminé defraudándolo de la peor manera posible.
La Marihuana ocupaba el lugar más importante dentro de mi vida. Desde que me levantaba, hasta que me acostaba pensaba en ella. Mis amigos se encontraban en una situación similar a la mía, pero yo estaba fuera de control.
El dinero no me alcanzaba para poder pagar mis estudios y a la vez comprar marihuana. Por eso lo primero que hice fue dejar de estudiar. Le mentí a mi familia por casi 6 meses. Me iba todas las mañanas de mi casa como si estuviese yendo a la Universidad, cuando en realidad estaba haciendo algo mucho más terrible y autodestructivo.
La droga parecía no alcanzar, el dinero parecía no alcanzar. Comencé a vender mis pertenencias para poder pagar “mis deudas”. Todavía me arrepiento de la cantidad de cosas de las que me deshice para poder comprar marihuana. Tantas cosas con un significado especial, tantos recuerdos. Claramente no estaba en mis cabales cuando hice todas esas locuras.
Cuando ya no me quedaron más cosas de valor para vender, comencé a robar. Robaba a mi hermana, a mis padres y también en mi trabajo (cuando no faltaba). Un día, el amigo de mi padre (mi jefe) me sorprendió tomando su dinero. Fue lo peor que pudo haberme sucedido. Pasé una vergüenza horrorosa. Decidió no contarle a mi padre, pero me dijo que ya no podría seguir trabajando allí.
La marihuana no sólo crea adicción física debido a las toxinas que posee, sino que la adicción más fuerte que genera esta droga en los consumidores es la adicción psicológica.
Mucha gente se cree capaz de poder renunciar a este vicio sin tener mayores problemas. Eso lo pueden decir ya que nunca lo han intentado, ni lo piensan hacer tampoco.
Este método de autoengaño sólo justifica el consumo indiscriminado de marihuana ya que “si lo deseo, puedo dejar de fumar de un día para otro”.
La marihuana crea dependencia física dentro del cuerpo, lo que termina provocando el deseo de consumir cada vez más y más hierba.
Así pasé algunos meses de consumo indiscriminado de marihuana, con mis amigos de siempre, y también con gente nueva que había conocido. Me encontraba en un estado de inconsciencia constante, una situación más que lamentable.
Todo este mundo de sombras y adicción llegó a su fin el día 5 de febrero de 2011. Jamás podré olvidar esa fecha. Nos encontrábamos en la casa de Pablo, uno de mis mejores amigos desde mi infancia. Estábamos todos drogados como de costumbre y decidimos ir a una discoteca. Ese fue el último recuerdo lúcido que tuve.
Desperté 10 horas después, en la cama de un hospital. Habíamos tenido un accidente automovilístico. Dos de mis mejores amigos murieron, y otros dos estaban muy graves. Estuve en el hospital casi 1 semana, ya que me había fracturado una pierna y tenía golpes severos en el cráneo.
Este episodio hizo un quiebre en mi vida. Lamentablemente tuvo que suceder algo tan terrible para que pudiera “abrir los ojos”. Sabía que mi vida debía cambiar. Esto no podía seguir así.
La semana en el hospital me sirvió para poder pensar, y pensé mucho. Decidí contarles TODO a mis padres. No podían creer lo que estaban escuchando. Es increíble cómo no podían ver todo lo que estaba pasando en mi vida, o quizás era que no querían verlo.
Has llegado al lugar correcto, en el momento indicado, ya que aquí aprenderás la única manera natural para poder combatir la adicción que tanto mal te ha estado haciendo.
Mi nombre es Andrés Kelly, y he sido consumidor de marihuana por casi 10 años. He pasado por momentos horribles y he llegado a hacer cosas de las cuales me arrepiento día tras día.
Mi comienzo con la droga fue similar al de muchos otros jóvenes. Todos mis amigos consumían y no quería quedarme fuera de ello. Así fue como probé la marihuana. Las primeras veces parecía divertido, ya que todos reíamos y hablábamos cosas sin sentido.
Fumaba casi todos los fines de semana, creía tener la situación controlada. Poco a poco, empecé a fumar más seguido, al igual que mis amigos. Ya no sólo nos juntábamos a fumar los fines de semana, sino que comenzamos a hacerlo casi todos los días.
Ya no teníamos el control de la droga, sino que ella nos controlaba a nosotros.
En un momento dejé de prestarle atención a todas las demás cuestiones de mi vida, sólo me importaba fumar. Tenía una novia hermosa, que me quería mucho, pero no pudo soportar mi nuevo estilo de vida, así que decidió abandonarme. Descuidé mis estudios. Ya no iba a clase, y cuando lo hacía, estaba tan drogado que no podía prestarle atención a una sola palabra de lo que me decían. Estaba perdido.
Había empezado a trabajar con un amigo de mi padre, ayudándolo en su fábrica con tareas administrativas, para así poder juntar dinero para pagar mis estudios. Terminé defraudándolo de la peor manera posible.
La Marihuana ocupaba el lugar más importante dentro de mi vida. Desde que me levantaba, hasta que me acostaba pensaba en ella. Mis amigos se encontraban en una situación similar a la mía, pero yo estaba fuera de control.
El dinero no me alcanzaba para poder pagar mis estudios y a la vez comprar marihuana. Por eso lo primero que hice fue dejar de estudiar. Le mentí a mi familia por casi 6 meses. Me iba todas las mañanas de mi casa como si estuviese yendo a la Universidad, cuando en realidad estaba haciendo algo mucho más terrible y autodestructivo.
La droga parecía no alcanzar, el dinero parecía no alcanzar. Comencé a vender mis pertenencias para poder pagar “mis deudas”. Todavía me arrepiento de la cantidad de cosas de las que me deshice para poder comprar marihuana. Tantas cosas con un significado especial, tantos recuerdos. Claramente no estaba en mis cabales cuando hice todas esas locuras.
Cuando ya no me quedaron más cosas de valor para vender, comencé a robar. Robaba a mi hermana, a mis padres y también en mi trabajo (cuando no faltaba). Un día, el amigo de mi padre (mi jefe) me sorprendió tomando su dinero. Fue lo peor que pudo haberme sucedido. Pasé una vergüenza horrorosa. Decidió no contarle a mi padre, pero me dijo que ya no podría seguir trabajando allí.
La marihuana no sólo crea adicción física debido a las toxinas que posee, sino que la adicción más fuerte que genera esta droga en los consumidores es la adicción psicológica.
Mucha gente se cree capaz de poder renunciar a este vicio sin tener mayores problemas. Eso lo pueden decir ya que nunca lo han intentado, ni lo piensan hacer tampoco.
Este método de autoengaño sólo justifica el consumo indiscriminado de marihuana ya que “si lo deseo, puedo dejar de fumar de un día para otro”.
La marihuana crea dependencia física dentro del cuerpo, lo que termina provocando el deseo de consumir cada vez más y más hierba.
Así pasé algunos meses de consumo indiscriminado de marihuana, con mis amigos de siempre, y también con gente nueva que había conocido. Me encontraba en un estado de inconsciencia constante, una situación más que lamentable.
Todo este mundo de sombras y adicción llegó a su fin el día 5 de febrero de 2011. Jamás podré olvidar esa fecha. Nos encontrábamos en la casa de Pablo, uno de mis mejores amigos desde mi infancia. Estábamos todos drogados como de costumbre y decidimos ir a una discoteca. Ese fue el último recuerdo lúcido que tuve.
Desperté 10 horas después, en la cama de un hospital. Habíamos tenido un accidente automovilístico. Dos de mis mejores amigos murieron, y otros dos estaban muy graves. Estuve en el hospital casi 1 semana, ya que me había fracturado una pierna y tenía golpes severos en el cráneo.
Este episodio hizo un quiebre en mi vida. Lamentablemente tuvo que suceder algo tan terrible para que pudiera “abrir los ojos”. Sabía que mi vida debía cambiar. Esto no podía seguir así.
La semana en el hospital me sirvió para poder pensar, y pensé mucho. Decidí contarles TODO a mis padres. No podían creer lo que estaban escuchando. Es increíble cómo no podían ver todo lo que estaba pasando en mi vida, o quizás era que no querían verlo.
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